Un «Peña» en Los Molinos

Aprovechando nuestra visita a Cercedilla para despedirnos de los emblemáticos trenes de vía estrecha que suben hasta el puerto de Cotos, decidimos acercarnos a Los Molinos, muy cerca de la anterior. Para ello, descendimos del tren de Cercanías en su estación y, caminando, llegar hasta su casco antiguo.

Para llegar hasta las calles más céntricas de Los Molinos, debemos recorrer la calle de Miguel Menéndez Boneta, dedicada a la memoria del que fuera director general de Puertos y Señales Marítimas, fallecido en 1947. Esta vía urbana se llamó en otros tiempos Camino de Matalaguna, como se conocía el cerrillo en el que hoy se enclava la estación de ferrocarril. Desde entonces fue denominada como Carretera de la Estación.

A esta época de carretera pertenece el hito kilométrico que encontramos en nuestro camino. Su origen data de 1939, cuando el ingeniero Alfonso Peña Boeuf, ministro de Obras Públicas entre 1938 y 1945, crea el Plan General de Carreteras, conocido como «Plan Peña». En él se definió la nomenclatura de la red de carreteras de España, vigente hasta hace apenas unas pocas décadas, y que todavía sigue numerando las principales vías de nuestro país.

Su estado de conservación no es el mejor, aunque conserva restos de la pintura amarilla que le identificara como una carretera local. Lo comprobamos al leer, en una de sus caras, la «L -», sin que podamos apreciar a cual de ellas se correspondía. Debajo, muy débil, creemos reconocer un 1. Queda claro que se trata de la antigua carretera que conducía desde Los Molinos hasta el mencionado apeadero ferroviario que da servicio a esta localidad. Lo que desconocemos es si es esta su localización original o si, por el contrario, fue desplazado hasta este punto, Reconocemos, no obstante, que esta última posibilidad nos resulta muy improbable.

No fue la única sorpresa del día. A pocos metros de este lugar, con la estación ya visible, encontramos un bloque de granito grabado, en el que leemos una fecha: 1794. Volveremos aquí, y hablaremos de él en una próxima entrada de nuestro cuaderno de un viajero inquieto.

Deja un comentario